8 Marzo / 2015 |
“Cuando discutimos
las relaciones de género, no estamos poniendo en debate solamente el modelo de
sociedad que aspiramos a crear en el devenir histórico, sino también el tipo de
vínculos que vamos forjando en el aquí y ahora de nuestras organizaciones; el
modelo de sociedad que anticipamos en nuestras prácticas actuales”
(Claudia Karol,
Equipo de educación popular Buenos Aires, Argentina)
Las siguientes ideas que se
desarrollaran hacen parte de la reflexión constante que como proceso
realizamos, tomamos como referencia la revista piragua # 35 en la cual
encontramos unos contenidos que dan cuenta del papel protagónico de la mujer y las reflexiones que se generan en diferentes
escenarios de nuestra América donde el feminismo y la educación popular van
generando mayor conciencia. Ideas que han servido de insumo para el seminario ideológico
el pasado 7 de Febrero en el marco de nuestra última plataforma política.
Lo que se pretende con la
educación popular desde sus inicios es fortalecer la capacidad de defender los
derechos individuales y colectivos, partiendo del reconocimiento de las
prácticas sociales, analizando y teorizando a partir de éstas; adquiriendo cada
vez mayores niveles de conciencia política para incidir en un proceso de
transformación social.
Cuando hablamos de hacer
educación popular en ciertos sectores de la ciudad, estamos hablando también que
es necesario hacer un análisis de contexto del lugar, de las personas, de sus
realidades, para así por medio de ésta, aportar a la transformación de las
condiciones sociales que le han ubicado en una condición de subordinación con
respecto a otros sectores y dinámicas sociales.
Para hablar de educación
popular también se hace necesario hablar de feminismo, ya que es un factor
importante en el desarrollo de una nueva sociedad y genera conciencia crítica;
se hace necesario manejar un vocabulario no sexista, “Si el lenguaje refleja la
realidad, el problema de las mujeres es que son invisibilizadas en el lenguaje”
(Begoña Amaya).
Enseñar no sólo guitarra,
batería, teatro, sino también empezar a cambiar la cultura patriarcal y
machista, por una más equitativa, dejando a un lado los roles de la mujer (en
la casa cuidando los hijo, limpiando la casa, cocinando) y los roles del hombre (en el trabajo para
llevar la alimentación a la casa) que desde tiempos pasados hemos ido
reproduciendo.
Es preciso decir que el enemigo
no es el hombre sino un complejo entramado de valores, concepciones y
relaciones que se vienen reproduciendo, pero, también es preciso decir que,
existen hombres y mujeres que han decidido reproducir estos valores,
concepciones y relaciones. Personas que tienen claro la lucha que estamos llevando
a cabo los diversos procesos organizativos, que aunque apoyen dicha lucha no
llevan a cabo las transformaciones personales generando contradicción al
interior de los espacios que pueden resultar divisorias.
“La corriente
feminista le aporta a la educación popular reivindicaciones y agendas políticas
sobre temas que antes eran asuntos privados, como la violencia de género,
nutriendo los movimientos sociales en las dinámicas transformadoras de todas
las formas de opresión.” (Revista piragua n°35)
Debemos generar escenarios
de cambio al interior de los movimientos sociales, los grupos, las escuelas
populares, la vida personal, porque lo personal también se hace político,
porque es ahí donde más se evidencian las formas de opresión como lo es la
violencia de género. Escenarios que permitan favorecer las construcciones como
sujetas y sujetos políticos; escenarios de cambio que también permitan acoger
el feminismo como un concepto necesario para el avance de los procesos.
Es importante adquirir
conocimientos teóricos que nutran los procesos, pero, es aún más importante
llevar esos conocimientos a la práctica.
No es suficiente tener una
buena voluntad para cambiar las cosas, al igual que no es suficiente que unos
ricos tengan la voluntad de compartir sus riquezas, es necesario lograr la
transformación de las causas estructurales de la sociedad.
Podemos empezar a cambiar
las relaciones en el hogar, en las comunidades, en las organizaciones, pero
siempre en articulación dialéctica con la búsqueda de cambios más profundos que
permitan lograr más fuerza en alianza con otras organizaciones.
“Los procesos de
formación política contribuyen a construir una identidad de clase popular para
sí, que es fortalecida por la identidad de mujer para sí”
POR:
KAREN ARBOLEDA
25 Noviembre / 2014 |
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