domingo, 5 de junio de 2016

A LA ASAMBLEA JUVENIL LLEGO LA ABUELA PUNKERA



Es 28 del mes de Mayo del 2016, dos días antes de que inicie la Minga nacional en la que miles de campesinos, indígenas y afros bloquean carreteras, puertos y calles de todo el territorio nacional protestando por los incumplimientos de este estado terrorista y mentiroso, el cual hace justo 28 días nos capturo ilegalmente a tres compañeros de la Universidad de Antioquia. Por estas y otras razones nos encontramos organizaciones hermanas en una histórica trinchera del movimiento popular de la ciudad: Villa de Guadalupe.

Las lunadas, hace ya varios años son jornadas que convocan a cientos de jóvenes de la zona nororiental y de la ciudad, espacio en el que cada expresión de rebeldía tiene su lugar sea desde la música, el graffiti, el teatro, los malabares, la poesía, el baile y todo lo que se le ocurra a las juventudes que en estos barrios nos organizamos alrededor de expresiones  constructoras de identidad popular, donde el odio que nos produce este sistema lo canalizamos en la lucha de clases desde el arte y la cultura. Es así como desde las 6 de la tarde empiezan a verse por el parque cualquier cantidad de ojos soñadores,  motilados extravagantes, pelos largos, camisetas negras, bolsos llenos de parches y símbolos  que desde su diversidad saben que han venido a divertirse y a resistir.

Inicia el colectivo Ma tambó con sus tambores, guitarras y quena a hacer que los cuerpos vibren con los ritmos ancestrales que llevan en su memoria la rebelión cimarrona y el sincretismo con los diferentes pueblos originarios de los Andes. Herencia del tambor, o simplemente tambor significa el nombre de este colectivo que es una hermosa planta que empieza a florecer después de haberla sembrado un par de años atrás cuando  era un curso de vientos y percusión de la escuela artística y popular “Víctor Jara”. Un par de chicas que desde el Catatumbo vienen con toda su fuerza son las encargadas de seguir en representación del Hip Hop, liricas que hablan de la lucha campesina y que nos siguen alentando en nuestro caminar, así van pasando por los micrófonos diferentes agrupaciones o solistas que desde muy temprano de la mañana nos encontramos en la asamblea juvenil por la paz.

Saludo de las organizaciones
Todo empezó realizando un análisis del contexto a nivel nacional y local sobre la situación de las juventudes, llamando la atención como siempre las altas cifras de desempleo, el difícil acceso a la educación y lo más triste de todo: seguimos siendo los jóvenes los protagonistas de la guerra, como victimarios pero sobre todo como víctimas. Luego de un delicioso sancocho comunitario, cocinado en leña a las afueras de la corporación con-vivamos la palabra siguió circulando entre cada joven asistente ya que seguía el trabajo en cuatro mesas: desmilitarización, disidencia sexual y feminismo, arte en resistencia y des precarización de la vida juvenil. Por el nombre de las mesas sobra decir lo interesante de los debates que se realizaron en cada una.


La mesa de arte en resistencia fue una experiencia bonita, iniciamos con un juego de la energía para que la pesadez del almuerzo se nos pasara y que en medio de las risas empezáramos a construir nuestras propuestas y posturas sobre las diferentes culturas que ha tenido nuestro país. De esta manera, en tres equipos cada uno construyo un personaje de la cultura criolla, la elite actual y posteriormente un personaje de la clase popular alienado. Descubriendo así, que a Colombia la han construido diferentes culturas, elites y prácticas lo cual nos hace millonarios en arte y cultura gracias a tanta diversidad. Para finalizar en la construcción de un último personaje al cual decidimos llamar “Cronopío” pues Cortázar nos ha dado algunas pistas.  Fue importante diferenciar arte de cultura, ya que si bien no son lo mismo siempre estamos hablando de arte y cultura.




Partiendo de dicha distinción se plantea que con una práctica artística es posible construir una nueva cultura, lo cual es nuestro trabajo diario ya que hacemos arte no para llenar nuestros bolsillos, sino más bien para “llenar el alma del joven revolucionario” como diría una bella composición entre una banda de rock y otra de hip hop. Sin embargo, volviendo a la lunada quien nos llenó el alma fue la abuela de uno de los chicos de la banda “un muerto más, un cretino menos”.



Así es, luego de que varias agrupaciones pasaran por el escenario le llegó la hora a una banda de punk de la comuna. En las gradas de la cancha estaba ella con su cabello gris, su falda debajo de las rodillas y en medio de las caras sorprendidas, curiosas y las risas de los habituales visitantes de ese lugar brillaban sus ojos negros que saltaban al igual que los punkis en la mitad de la cancha. Orgullosa y digna nos dice: “¡Que banda tan buena! ahí está mi nieto tocando. ¿Ya lo habían escuchado?” disfrutando de la distorsión de las guitarras y de una voz gutural esta abuela brincaba de alegría con la satisfacción de ver que su descendencia en vez de estar pudriéndose bajo las ordenes de algún paraco está triunfando en la escena underground del punk.

“Donde tuviera menos años estaría allá” señalando el pogo, nos hace entender que a pesar de ser de una generación muy distante su nieto la convirtió en una cómplice, prueba fehaciente de como una práctica artística tan cuestionada como es el punk puede transformar la cultura de una familia, de un barrio y de una ciudad como Medellín. Luego de que les pidieran otra canción   haciendo brincar a todos los asistentes, llega la madre del susodicho mostrándole a la abuela los videos que logro realizar de la presentación, orgullosas ellas reciben al joven punki que se gana los besos, abrazos y las felicitaciones de su familia.

Como estas, son muchas las historias que pueden surgir de una lunada. Por cada lunada que realizamos estamos seguros y seguras que hacemos una grieta a este sistema, grietas en las que vivimos para hacerlas más grandes con rugidos como los de “Día de la victoria”, una banda que le canta al partido, a las juventudes,  convirtiéndose en una nueva apuesta de rock proletario para la escena local. Sabemos bien que el día de la victoria  puede estar mucho más cerca si logramos que esta asamblea de jóvenes sigue encontrándose en cada territorio, debemos apurar el paso y hacer que este sistema quede bien sepultado con las grietas que estamos haciendo. 

POR: Andres Felipe Castaño


 
Mientras sonaban las caciones, la tribu akowa realizo este Graffiti.

El catatumbo representado por estas chicas.

Que bello es nuestro oriente.


 



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