domingo, 12 de junio de 2016

Escuela Itinerante en Armenia Mantequilla

Armenia, territorio de paz. Mural realizado el segundo día 


El pasado 21 y 22 de Mayo de 2016 se realizo una vez más una escuela Itinerante por parte de la escuela artística y popular Víctor Jara, Armenia Mantequilla fue en esta ocasion el municipio que nos abrió su puertas y calles para seguir sembrando paz. A continuación, el relato construido por uno de los participantes:

En la Grecia antigua, todos los caminos estaban llenos de mierda, y más los caminos que llegaban al teatro, ese lugar donde la palabra se vuelve acción, y la imaginación se hace realidad, ese lugar donde las clases no tienen diferencia, ese lugar donde el acto central es el arte, por eso reivindicamos la mierda, porque aquel que quisiese ver arte tenía que caminar esos caminos llenos de mierda, y hoy literalmente arrancamos esta comparsa por un camino lleno de mierda en las calles de la maravillosa montaña que entre sus colinas y nubes esconde un paraíso: Armenia, Mantequilla.

- ¡¡¡Mierda, Mierda, Mierda!!!

A una sola voz sale ese grito del interior de cada uno de los que estábamos ahí, formando un círculo y cogiendo las manos de nuestros compañeros, que hoy tenemos la oportunidad de tener a nuestros lados para comenzar esta noche de fiesta, alegría, risa, arte, magia, teatro y música, que hemos preparado para celebrar una noche de cultura junto a esta linda comunidad.

Ningún camino es fácil, cada acto que hacemos determina nuestro compromiso con nosotros mismos y para con quienes nos rodean, pues al fin son ellos quienes deben ser el centro de nuestras apuestas, ellos - los otros- los nadie como diría Galeano, ellos que valen menos que la bala que los mata,  a ellos nos debemos y para ellos nos levantamos cada día, con el ideal de construir un mundo mejor, una nueva Colombia, más justa y más social, por eso cada día nos la jugamos en cada paso que damos, estudiando más allá de la academia, leemos nuestras realidades, las ponemos en discusión y hacemos del arte nuestro camino para darla a conocer, a criticar, para ponerla en un lenguaje menos cruel y más ameno a la vista y al oído.

Esta es nuestra apuesta, nuestra manera de transformar la realidad, el arte nos da la libertad y la seguridad de poner en escena estas tristes realidades sin que nos señalen,  nos juzguen, nos etiqueten, sin que nos desaparezcan como bien lo ha hecho este país en lo largo de su historia.

 Ningún camino es fácil, porque llegar a estas tierras tampoco fue fácil, luego de 2 horas en camino, por medio de una carretera con tramos buenos y otros destapados que nos jugaron dos malas pasadas, al colocar en la piel de dos compañeros algunos raspones y heridas menores que se convierten en nuevos recuerdos de grandes proezas. Un camino entre montañas, entre algunos vacíos pero sobre todo entre unos paisajes inolvidables e indescriptibles. Un camino que marcaba el tic tac para comenzar con esta linda apuesta de la escuela itinerante que durante algún tiempo venimos preparando para este lugar, pero que no sabemos con qué nos íbamos a encontrar.

La mañana fue un espacio difícil, y difícil por la apatía de la gente a una nueva propuesta que rompe con las dinámicas cotidianas del pueblo, un montón de payasos y personajes montando zancos, lanzando malabares en medio de un sábado no es algo típico además de ser un día de cabalgata, una de las grandes tradiciones del pueblo. Aunque lento fue empezar no fue imposible para nosotros, si a algo hemos  aprendido es  lo difícil de nuestro camino, y lo difícil que será construir un nuevo mañana, un reto que asumimos con alegría como artistas populares.

Con bombo y redoblante, una nariz roja, y malabares comenzamos hacer música en las calles de Armenia, una y otra vez haciendo el llamado e invitando a niños, jóvenes y adultos a que se acercaran a los talleres que habíamos preparado para ellos. Una y otra vez con el redoblante y el bombo, una y otra vuelta al pueblo, más y más pasos  para que cada persona del pueblo se diera cuenta de lo que estaba pasando y a que los estábamos invitando. Creíamos que no estaba dando resultado, con un poco de tristeza y cansancio fuimos a guardar los instrumentos y buscar nuevas alternativas, porque a cada obstáculo nuevas soluciones, y si no funcionan las seguimos buscando, porque no nos hemos acostumbrado a ceder, a rendirnos, a no intentarlo.

Al guardar los instrumentos en la sala de música donde se dictaba el taller de percusión y chirimía vimos algunos niños dándole palmadas a los tambores y nos unimos para distraer un poco la mente, al salir de ahí nos dimos cuenta que todos los talleres tenían público, que los niños y jóvenes de Armenia se acercaron a los espacios y decidieron aprender un poco de baile, música,  manualidades,  acrobacia aérea, zancos, malabares, sin darnos cuenta nuestros actos empezaron a dar fruto y los talleres lograron dejar una huella en los participantes.

Tanto fue la acogida que al empezar nuestra tarde cultural en el coliseo del pueblo, los niños seguían en los talleres, pedían más y más, haciendo que cada hora de trabajo, de ensayo , de programar y de viajar valieran la pena, y ahí nos encontrábamos en un círculo cogidos de la mano, con nuestros  trajes y narices rojas puestas ya listos en los zancos para arrancar esta noche de arte y cultura con el pueblo, a una sola voz se escuchaba el grito que le daba el comienzo oficial a esta culminación de un día lleno de altibajos, risas, corre corres, pero que valieron cada segundo la pena.

Las tamboras sonaban, los payasos corrían de un lado a otro, los jóvenes caminaban a nuestro lado al son de la chirimía, los zanqueros haciendo su mejor presentación, otros tantos aprendiendo de los maestros en lanzar fuego los cuales hacían que en el camino nacieran nubes de fuego dando paso a la comunidad que se dirigía hacia el coliseo para ver la muestra central, un parque lleno de caballos y caballistas, con su cabalgata y tradición programada, no comprendían lo que estaba pasando al ver ese espectáculo en medio de su pueblo, pero más sin embargo hay lugar para todos, hay gustos y apuestas que no difieren en la construcción de una paz con justicia social, ellos con respeto y tolerancia hacia nuestro compromiso, y nosotros dejando en cada paso  y cada acto una semilla en las personas que llegan a vernos.

Los payasos con sus obras y criticas al imperialismo y el daño que le han hecho a nuestras tierras, con sus multinacionales y tratados, las mujeres con su mensaje de respecto y emancipación del papel tradicional en el que la mujer ha sido enmarcada, los cuentos y la música dejando un mensaje de conciencia, de paz, de trasformación, y acompañado de los bailarines de break dance y los acróbatas de las telas, cerrando una noche llena de risas, compañerismo, cultura, arte, de aprendizaje para cada uno de los que estábamos ahí, creo que el aprendizaje fue mutuo, en ambas direcciones, y eso se refleja en los aplausos y los buenos comentarios por parte de los habitantes de Armenia.

Con eso llego la noche, que nos arropo con un poco de frío y un cielo estrellado de esos que no dejan dormir,  pero que nos llevó a descansar los cuerpos un poco agotados y un poco triste de ver acabar este día. Pero ese no era el final, con un nuevo sol arrancamos hacían nuestra última actividad, dejar un mensaje permanente en Armenia, un mural que recuerde cada día lo que este fin de semana vivimos y aprendimos, debajo de un sol  que sacaba cada gota de sudor, con un mural gigante y la compañía de cada uno de los que creemos y le apostamos a esta idea, dejamos plasmado en el coliseo un gran mural que dice: Armenia Territorio de Paz. Ahí se consigna nuestra propuesta, hacer que por medio del arte se construya la paz que tanto necesitamos y que desde hace ya tres años es una posibilidad real.

Solo quedan palabras de agradecimiento a cada una de las personas que hicieron este mierdero posible, mucha mierda para cada uno de sus caminos.

por: Julian Cruz


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