Hay que entender que el
paramilitarismo históricamente se ha conformado como un proyecto no solo
militar, sino también político, ha sido
la formula desesperada del terrorismo de estado por eliminar de una vez por
todas la resistencia del pueblo colombiano, lo que no han entendido es que una
vez el pueblo se levanta y decide luchar por todos los medios y maneras
posibles por su liberación ni la misma muerte será un obstáculo, solo hará más
larga la llegada a la victoria.
El paramilitarismo es una muestra
evidente de la inexistente gloria y el vulgar honor del ejército colombiano,
quien en cabeza de muchos presidentes, generales y ministros de defensa no han
hecho más que ejecutar los planes de guerra del pentágono y de la escuela de
las américas, instrumentos del enemigo número uno de los pueblos americanos: La
bota yanqui. Ni siquiera con los más bestiales entrenamientos por mercenarios
estadounidenses e israelíes el ejército colombiano y los paramilitares han
logrado doblegar al digno pueblo
heredero de Bolívar, María cano y Camilo torres.
La implementación del
paramilitarismo es considerada por muchos, y en eso estamos de acuerdo, como la
degradación del conflicto político y armado que vive Colombia hace ya 50 años. Degradación
que no solo la entendemos con la injerencia del narcotráfico, también ha sido
la implementación de la guerra sucia, reflejada en los bombardeos, las
fumigaciones, las masacres, el asesinato de líderes populares, la barbarie en
su máxima expresión con el rio de sangre
y huesos al exterminar la unión patriótica, el bombardeo a casa verde en medio
de unas “conversaciones de paz” y los miles de desaparecidos y presos políticos
que hoy padecen la tortura diaria. La degradación del conflicto fue la creación
de un nuevo ejército, lo cual ha salido más costoso y degradante que buscar
soluciones políticas.
Ya son bien conocidas por muchas
personas las fechorías realizadas por
estos carniceros, por ejemplo hemos
visto las masacres, torturas, amenazas, violaciones y un largo etcétera. Al igual
que su injerencia en la política donde han llegado a tener a su “comandante
ejemplar” en la presidencia por dos periodos, un congreso de la republica con más
de la mitad sindicada de parapolítica y un muchísimo más largo etcétera (Medellín
fue gobernada desde una celda en la cárcel de Itagüí).
Es preciso recordar que no es una
condición natural de los barrios populares ser violentos, pues su existencia como tal es el resultado de una violencia histórica ejercida por parte de
la clase que está en el poder, que al tener el dominio del estado le declara la
guerra a los sectores subalternos, sumiéndolos
en la miseria y el desespero. Ha sido ese desespero y esa miseria las condiciones en que se crearon los
primeros barrios de las periferias marcando una fuerte identidad de lucha, no
en vano muchos de estos barrios se
llamaron inicialmente Marquetalia, Moscú, Fidel castro, barrio Lenin, o
escuelas mismas como la María cano que han fortalecido los lazos comunitarios
con el legado que viene del mundo rural.
Los paracos llegaron a romper esta tradición a sangre y fuego apoderándose de
las esquinas y los parches de los muchachos de antes, verdaderos líderes populares.
La operación orión es muy
conocida, pero solo fue una de las muchas que realizo la policía, el ejército y los paramilitares
como integrantes de un mismo proyecto,
logrando así entregarle Medellín en bandeja de plata la mafia y a los
bandoleros del paramilitarismo. Luego de estas operaciones el paisaje del
barrio cambio, llegaron los sicarios con nuevas motos, los cabecillas de estos
bandoleros andando tranquilamente en sus
camionetas escoltados por la policía y la muerte en la entrada de tu casa.
Se citó a la gente:
Desaparecido el bloque cacique
nutibara, que como sabemos fue una farsa, pues quienes fueron a dar sus datos y
a entregar un montón de armas malas y de bajo calibre insertándose en sus
proyectos fueron personas que nada tenían que ver, pues al desmovilizarse tenían oportunidades de
estudio y empleo, hay casos de señoras que lo único que hacen es ir a misa y se
desmovilizaron para terminar el bachillerato mientras les llegaba el subsidio,
lo dijimos antes y ahora lo ratificamos DELINQUIR SI PAGA. Se crea entonces la
oficina de Envigado y están prohibidos los tiroteos y las muertes en los
barrios, entrando en un nuevo modo de operar se silencian los fusiles esperando la orden que venía desde la mismísima
cárcel.
Estas mismas personas que han
sido quienes legitiman el accionar criminal y antipopular de los enemigos del
pueblo son quienes muy juiciosamente acuden siempre a sus llamados, que no son
para la organización y el bienestar del barrio. Son llamados a la reunión con
el candidato a la cámara que les lleva un jugo y un pastel para que lo reconozcan
y voten por él, son convocadas solo cuando hay elecciones en las acciones
comunales para elegir la plancha de los paracos, pero nunca a la socialización de
los proyectos o a una verdadera asamblea barrial. Es la cultura política que hemos
heredado de la clientela, donde solo se busca al pueblo y se le habla bonito
para que vuelva a montar en el poder a su enemigo.
Y la comunidad de cada barrio fue
citada por su verdugo, al que ahora llaman “cucho” o “viejo” con un respeto que se ha ganado a punta de plomo.
Una vez expulsadas las milicias y pasado el show de la desmovilización del
bloque cacique nutibara fue allí que se instauro un nuevo orden, nuevas
fronteras, se designaron zonas de
tolerancia, se le dejo bien claro a la gente
quien sería el segundo al mando, pretendieron solucionar los problemas
de convivencia entre vecinos con una nueva justicia, la justicia que imparten
los bates, las macanas eléctricas y las pistolas.
Una vez logrado el control
militar vino el control político, siendo las acciones comunales sus primeros
objetivos para escalar luego a las Asocomunales y a las juntas administradoras
locales, aprendiendo mucho de organizaciones comunitarias que mordieron la
manzana envenenada del “presupuesto
participativo” llegaron a conformar sus propias corporaciones
y micro empresas, todos los muros de Medellín se llenaron con el logo de la corporación democracia
y la reconciliación se dio de corazón entre los policías y los paramilitares.
Aprendieron a ejecutar proyectos
y se instalaron cómodamente en planes de desarrollo, en la comuna uno inclusive
ellos han llegado a estar en el comité de
gestión y nos han representado ante organizaciones y agencias en Bogotá,
viajando con los recursos destinados por la gente.
Medellín es la ciudad más
innovadora del mundo, ejemplo de esto es el carácter emprendedor de estos
bandoleros que en el día de hoy han ampliado sus horizontes económicos, una vez
iniciados en el negocio de las drogas, realizando un recorrido por la extorsión,
los atracos, robos, y claro está el sicariato, deciden insertarse en nuevos círculos
económicos ya que han acumulado grandes cantidades de capital y como tienen
armas y control territorial emprenden en
el negocio de la comida. Amenazando a los empleados de las diferentes
distribuidoras los expulsan de ciertos barrios para ellos apoderarse de sus
clientes, es así como las arepas, los huevos, el gas, las gaseosas solo se
pueden conseguir por medio de ellos.
San pablo ha sido reconocido como
uno de los nidos de estos criminales y desde allí se controla por ejemplo el
negocio de los huevos, empezando a distribuirlos en motos robadas y luego en
carros, aprendiendo lentamente lo que es la administración de empresas pues no
necesitan manejo con el cliente, no hay ningún riesgo de perderlo, en las
tiendas están obligados a comprarles a ellos.
-Mona ¿Qué van a dejar de Big
cola?
-Nada, ya hicimos el pedido
-No, usted no me entiende ¿Quién le
trae los huevos? Tiene que colaborarnos,
además los de la empresa no van a volver.
Entender que el paramilitarismo
sigue actuando y reproduciéndose en el territorio nacional debe ponernos más
que en una situación de alerta en nuevas formas de trabajo popular. Está visto
que no hay ningún esfuerzo por parte del estado para eliminar este flagelo, ya
que ha sido una creación de quienes desde la comandancia del ejército y desde
los cómodos sillones del senado le han declarado la guerra total al pueblo, la
guerra ha sido siempre un negocio y ha servido para mantener sometidas a las
masas y sobre todo para implantar un sistema de pensamiento militarista.
Esta coyuntura en la que las
Farc-ep y el gobierno avanzan como en ninguna otra conversación hacia una solución
política al conflicto no es muy diferente de las otras. Lo que busca el
gobierno es una victoria militar donde los guerrilleros se desmovilicen, por
eso no atacan al paramilitarismo, pues serán los paramilitares que con fusil en
mano están encargados de recibir a los insurgentes cuando vengan de Cuba. Lo
vivimos a diario en los barrios, el paramilitarismo se fortalece.
La estigmatización, criminalización
y judicialización de la lucha popular nos pone en la mira de los guerreristas,
es absurdo que estén hablando de paz mientras aprueban nuevos códigos de policía,
le dan más dotación a las fuerzas armadas y no hay que perder de vista las 7
bases militares que Estados Unidos tiene en nuestro territorio, en un clima de
optimismo sobre los diálogos de paz el Gobierno se prepara fuertemente para la
guerra. Recordemos los diálogos del caguan, mientras tenían una zona de despeje
y hablaban de la posibilidad de soluciones no militares Pastrana firmaba el
Plan Colombia, lo mismo puede estar pasando en estos momentos, el ejército se
acondiciona para una arremetida peor, la nueva presidencia de la republica
independientemente de quien quede estará acompañada de una avanzada
paramilitar.
Por: Andres Castaño (Integrante del colectivo DETONANDO CONCIENCIA)
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