Esa mañana el sol brillaba de una manera tímida, quizás
producto de la terrible granizada de la tarde anterior, que logró poner el
discurso de la gente del común lo que
semanas a tras fuere la noticia del mes.
La aprobación del POT (plan de ordenamiento territorial) plan de gobierno del alcalde de turno.
Granizada que dejo ver que las dos Medellín, la que ven
las elites y la que viven y construyen las organizaciones populares, los jóvenes,
los niños y niñas es decir los habitantes de la periferia de la ciudad, los
primeros grandes cifras económicas y los segundos lazos de solidaridad,
resistencia, organización, los mismos que al hacerles la invitación de
compartir ese 31 de octubre con los hombres y mujeres, con jóvenes y niños del cedral,
pusieron a disposición hasta sus sueños, porque la experiencia vivida es la construcción de un sueño colectivo.
El bus escalo las empinadas calles de la zona nororiental
de Medellín , las mismas calles en donde la noche anterior bajaban ríos de
granizo, y en algunas partes hasta techos, ollas y colchones; esas calles que
años a tras las recorrían ríos de sangre de “jóvenes esperanzas” víctimas de
las organizaciones paramilitares, las mismas que en ese lugar distante del
norte de Antioquia con personajes tan siniestros como "caré crimen",
quien el 31 de octubre del año 2000, se
adueño del miedo y la zozobra para acecinar vilmente a hombres y mujeres de la vereda el cedral. "mismos
victimarios- distintas víctimas”
Durante el recorrido se fueron sumando más y más,
algunos con un equipaje liviano pero
resistente como su convicción, otros con equipajes mas elaborados, debido a su
inexperiencia.
De la mano del chofe-rologo, como dirían los zapatistas, se fue recorriendo las diferentes calles de
una ciudad como Medellín, que hieren hasta el hastío.
El paisaje fue cambiando al transcurrir el tiempo, la
cordillera central se alzaba a la vista de los viajeros, alternándose con
alguna casa colgada como un simple adorno en esa estepa verde con sus diferentes
matices, y la joya de la elite criolla "la hidroeléctrica pescadero - Ituango"
y sus reales consecuencia, las cuales van desde la destrucción de la fauna, el desempleo,
la amenaza, el desplazamiento y el asesinato.
raphy leavitt, la selecta, la orquesta Narváez,
acompañaban el recorrido, entre coros mal entonados, chistes tan finos como los
de un payaso de corazón, vimos asomarse la cúspide de una iglesia colonial y
bajo las miradas de intriga, sonrisas, saludos muy amables y efusivos que nos
afirmaban pertenecer a una misma familia, entramos a ese lugar olvidado como
muchos otros pueblos de Colombia por el poder central. Al tiempo pareciere fuente de inspiración para uno de
los grandes de la literatura clásica.
Una parada obligatoria para la memoria
Los quijotes montaban sus corceles, las dulcineas caminaban
rumbo a la eucaristía o sus labores cotidianas en sus mejillas, en sus manos se
reflejaba no solo una tarde si no una vida de sacrificio, lucha y persistencia
en contra de los molinos que fueron ubicados en la plaza principal, en
la escuela, la esquina, pintados de los mismos tonos de verde, dañando la
estética de ese bello lugar.
El recorrido continuó, como estaba previsto, los nervios
se hacían presentes en el bus, la lluvia hizo parte del menú, retrasando
nuestro arribo, pasaron tres horas, las llantas cada ves tenían menos agarre,
quizás por la falta pavimento, lo que
obligo a echarse los sueños, las ganas y las expectativas al hombro al tiempo que las maletas, se escalo la montaña, el
oxígeno en algunos escaseaba, los riachuelos dificultaban el caminar y la noche
nos cubrió con su manto.
Una pequeña luz brillaba en la distancia, y un grupo de
hombres y mujeres niños y niñas esperaban nuestro arribo.
La luna la ocultaba una pequeña neblina, una buena cena y
el cansancio nos fue venciendo uno a uno.
“Para amanecer no
hacen falta gallinas si no cantar de gallos”
Esa mañana las
responsabilidades estaban claras y solo era cuestión de minutos para dar la partida, los
hijos de la memoria fueron llegando, en un inicio algo tímidos, de repente los
pinceles no alcanzaban, las manos se tornaron de muchos colores, al tiempo
fueron brotando curas, zombis, mariachis, princesas, indígenas, sin perder su identidad por que como lo dijo alguna vez un luchador popular “con las botas
puestas”.
Fotografía: Marcela Arboleda |
Algunos pintaron las paredes corroídas por la
lluvia para plasmar las diferentes combinaciones
cromáticas que posibilitaran una expresión para la memoria y la resistencia.
Fotografía: Marcela Arboleda |
Otros doblaban trozos de papel dando forma a sin numero de figuras míticas y mitológicas.
A la sombra de un majestuoso árbol se desplegaban un par de telas, estas eran
acariciadas y movidas por las corrientes
de viento o por la fuerza que le
impregnaba algún niño o niña, que participaba
del taller de telas, al tratar de subirse hasta la copa del árbol.
La jornada fue extensa y
exhaustiva, el sol se canso y se fue ocultando paulatinamente, al tiempo que la noche no se hizo esperar. Las
risas de los viejos y el ruido de las sillas en el encuentro
de memoria histórica fue interrumpido
por dragones, al igual que ese triste 31
de octubre del año 2000, pero esta ves
los dragones no quemarían casas, alumbrarían la cancha invitando a disfrutar de
una noche de memoria, conspiración, encuentro, de arte popular, de arte para la
resistencia.
...Entre cuentos, danza teatro se fue una segunda noche en
ese lugar de gente bella.
El fuego alumbrara el camino.
Esa mañana el día conspiro
para desarrollar lo planeado, el sol salio mas radiante que el día anterior, para las mujeres y hombres el teatro fue la
apuesta, interrumpida en ocasiones por la llegada de la cabalgata, entre tres horas
de risas, juegos y charlas quedo un ejercicio teatral que recreaba lo
sucedido, fue la obra central de esa tarde, la palabra, el baile, la danza, el canto estuvieron presentes. Unos de la mano de esos
jóvenes forasteros y otros a cargo de esos hombres, mujeres y niños que a pesar de la
adversidad no desfallecen.
La noche fue cayendo al tiempo que un grupo de payasos y payasas hacia presencia entre la gente, con sus
ocurrencias sorprendieron a niños y viejos, y cerraron con broche de oro como lo
hizo saber uno de los niños “que fiesta tan buena, hay hasta payasos”
Hombres y mujeres que nos despidieron de la mejor manera que
puede despedir el pueblo empobrecido,
obligándonos a dejar parte de nuestro corazón en esos matorrales, en sus calles
polvorientas, en su gente de mirada esperanzadora, la misma gente, que desde la distancia nos despedía con
efusivos gritos y agradecimientos, por soñar con ellos la unión del campo y los
sectores populares
A todas esas personas que nos acompañaron en esta hermosa
aventura MUCHAS GRACIAS, sin olvidar a “marina” esa mujer que nos acompaño todo el tiempo, solo
queda por decir “es posible la unidad campesina y popular”
POR:
Carlos F.