Ya
Simón Bolívar en el Discurso de
Angostura, planteaba la educación
popular como prioridad en la edificación de las nuevas naciones y nuevas
sociedades.
El
señalar que moral (entendida como las costumbres) y luces (entendida como la razón)
han de ser nuestras primeras prioridades.
Al expresar que las dos grandes palan cas de la industria son el trabajo y el
saber.
En esto
coincide con su maestro, Simón Rodríguez, sólo que éste llevó este
planteamiento más lejos. Rodríguez tenía ideas muy avanzadas de lo que debía ser,
un proyecto de educación popular para las nuevas naciones. El cual Intentó desarrollarlo en América del
Sur, sin llegar a culminarlo, luego de finalizada la guerra de la
independencia.
En la
obra Sociedades Americanas (1828), Rodríguez señala que los seres humanos
buscamos la sociabilidad, mediante el ejercicio de las luces y las virtudes en
las escuelas. Por lo tanto, propone sembrar escuelas en todas partes.
La
verdadera autoridad se forja, no desde los poderes establecidos, sino desde la
educación, porque educar es crear voluntades, Sólo que para Rodríguez, las
escuelas son algo diferente de lo convencional, Ellas tienen que dar cabida,
principalmente, al pueblo hasta ahora excluido (indios, mulatos, zambos), no
por lástima, sino porque sólo se puede colonizar la república con sus propios
habitantes.
En
Extracto de la obra Educación republicana (1849), Rodríguez deja claro que hay
que satisfacer las necesidades básicas de los estudiantes, estableciendo medios
apropiados. Así, a la par del desarrollo
educativo (escuelas), hay que desarrollar los medios de producción: industria,
comercio, banco, crédito público.
La
educación ha de desarrollar en niños y adultos habilidades para calcular,
pensar, hablar, escribir y leer, habitando en
casas ordenadas y limpias. Esto ocurre mientras los aprendices cultivan
un oficio (albañilería, herrería, carpintería), y las niñas “oficios propios de
su sexo”.
Para
ello, los gobiernos deben asignarles (con carácter retributivo) tierras y
talleres. El trabajo, bajo la orientación de maestros y directores, propicia el
desarrollo colectivo de hábitos sanos y valores sociales. Sobre estas bases,
los habitantes de las naciones van conformando sociedades económicas, con
ejercicios útiles y aspiración fundada a la propiedad.
Estas
sociedades tendrían carácter autónomo, permitiendo consolidar en todos los
lugares, “un sistema económico de producción controlada y una modalidad de
colonización de la tierra”
No
obstante, el proyecto de una república democrática, con equilibrio de poderes,
por la cual se luchó en la independencia, fue traicionado. Terminada la guerra
contra España, se produce en el país, con la intervención directa de los
estados Unidos, un reacomodo del poder existente (propietarios de haciendas),
con un nuevo poder (los jefes militares que reclamaban tierras y propiedades).
Esta
nueva alianza en el poder ejerce una
violencia sistemática sobre el resto de la población (negro, zambo, indio), que
por cierto, también participó en la guerra de la independencia. En este reajuste del poder, Bolívar y Rodríguez son
atacados y excluidos. Ambos, lejos de validar el nuevo poder, lo cuestionan
profundamente, e intentan asumir el trabajo de construcción de las nuevas
repúblicas.
Bolívar,
habiendo arado en el mar, muere perseguido, derrotado, enfermo. Y el sueño de
la Unión de las Repúblicas, parece también morir con él. No obstante, sus
palabras aún iluminan nuestros caminos colectivos. Por su parte, Rodríguez
prosigue su batalla casi solitaria por la edificación de la patria
auténticamente republicana y democrática.
Deshilvana
el discurso del poder constituido, donde en la superficie se muestra un proceso
de creación de leyes e instituciones republicanas, mientras en el fondo se
afianza un nuevo cuadro de poderes dominantes que excluye y somete al grueso de
la población. De ese modo, Rodríguez, en
su discurso, llegó a construir el proyecto de educación popular, que las
oligarquías de turno arrinconaron hasta destruirlo.
No
obstante, las palabras de Rodríguez aún viven, y buscan el momento propicio
para fructificar. Y ese momento es hoy. Porque están dadas las condiciones para
seguir adelante con este reto que el Maestro de América nos dejó pendiente.
Antes, no pudo ser posible.
La
experiencia protagónica de Ezequiel Zamora, si bien intentó incluir al pueblo
como tal, quedó tronchada con su prematura muerte. El pueblo nuevamente fue
traicionado.
Tampoco
fue posible la reivindicación de lo popular con la toma del poder de la
nueva generación. Las reformas burguesas,
aplicadas con las fuerzas vivas de los estados Unidos, ayudaron a consolidar
nuevos factores de poder (los partidos políticos).
Esto,
abrió brechas para el ascenso económico social de algunos, constituyó para la
mayoría la tercera derrota del proyecto republicano. Inútiles fueron los intentos de subvertir el poder por
la vía armada, en los 60, aún cuando el discurso socialista permeó las nuevas
organizaciones de los 80 y 90.
El asumir la utopía creadora con los auténticos
constructores de la sociedad, papel
protagónico que da Rodríguez a los excluidos, a los pobres, lo
que nos pone en situación de repensar la sociedad global y sus instituciones.
No se trata de “incluir” a todo el mundo en
las instituciones que existen, ya de por sí limitadas y hasta viciadas, sino de
abrir las posibilidades para crear todo de nuevo, desde la vida de los
oprimidos. Esto conlleva una enorme carga revolucionaria, Implica que la
sociedad entera ha de reconfigurarse para que todos vivamos en ella con
plenitud, dignidad y justicia.
Siguiendo a Rodríguez, el cual propone que la transformación de la
sociedad tiene que ver con crear la autoridad desde las costumbres, Esas
costumbres, que apuntan a lo que hacemos y podemos hacer desde nuestras vidas
cotidianas, han de mirarse desde las luces (ejercicio del pensamiento) y las
virtudes (poner lo social sobre lo individual). De esta forma, desde la vida
diaria, las personas y los colectivos sociales iremos perfilando una nueva
trama de relaciones que han de configurar la política, la economía, y hasta la
cultura.
Hay que tejer nuevas y más profundas prácticas
dialógicas, solidarias, cooperativas, que realcen la humana dignidad, cada vez
más incluyentes, desde un protagonismo colectivo.
Rodríguez se opuso a los poderes dominantes de
su época, y en eso prácticamente se le fue la vida. También nosotros, a la par
que construimos una nueva vida social, tenemos que combatir las fuerzas
hegemónicas nacionales e internacionales.
Fuerzas que no sólo están representadas en el conjunto
de estrategias económicas y militares que tratan de sojuzgarnos, sino también
en aquéllas aún más peligrosas: las que colonizan nuestras consciencias (mundo
cultural). Estas se disfrazan de nuestros propios pensamientos para hacernos
negar lo que somos y andar por la vida calcando pareceres y prácticas ajenas.
En este sentido, aún Rodríguez nos reclama que
hemos de ser originales, y sólo nos queda la opción de crear nuestro propio
mundo, ya que imitar equivale a errar.
Creemos ser fieles a Rodríguez, si concebimos
la educación como una práctica
libertaria, que apunta a la descolonización material y de la conciencia.
Es una práctica socializadora (permite tejer
relaciones humanas solidarias), productiva (integra educación y
trabajo), y claramente política (transformamos el mundo al tiempo que nos
transformamos a nosotros mismos).
Podemos apropiarnos estas enseñanzas,
señalando que la educación no puede restringirse al sistema escolar formal, Desde
la educación, y en medio del trabajo productivo, liberador, vamos con otros,
tejiendo libre y constructivamente nuestras historias (locales, regionales,
mundiales). El avance en esta dirección (concientización, organización
solidaria, trabajo liberador) hará viable la creación de redes
sociales-educativas-políticas-económicas-culturales que, conforme al desmonten el pensamiento y la cultura de la
opresión, y funden espacios de utopía, para configurar la nueva sociedad.
Bibliografía.
·
Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Biografía de Simón
Rodríguez.Caracas. 2005.
·
Francisco de Miranda: Carmen Bohórquez Moran. Editorial. El perro y la
rana. 2006.
·
Simón Rodríguez: O Inventamos o erramos. Monte Ávila editores. 2004
·
Fernando Baez: El saqueo cultural de América Latina. Editorial Melvin.
Debate.2008.
·
Enrique Dussel: “Las metáforas teológicas de Marx”. Editorial Verbo
Divino. Navarra. 1993.
·
Antonio Gramsci: Antología. Siglo XXI Editores. 1978
·
Renan Vega Cantori: Un mundo incierto, un mundo para aprender y
enseñar. Fundación editorial: el perro y la rana. 2008.
·
Diccionario enciclopédico de las letras de América Latina. Biblioteca
Ayacucho.
Monte Ávila Editores.1995.
Monte Ávila Editores.1995.
·
Soasti Toscano, Guadalupe: Simón Rodríguez y la educación republicana,
1826-1849. Algunas reflexiones sobre su proyeto. Actes & Mémoires 14, 2007, Lima. p. 151-168: ann., bibliogr. p.
168
http://es.scribd.com/
/Simon-Rodriguez-Sociedades-Americanas-1828
No hay comentarios:
Publicar un comentario